Las cicatrices de los clavos
Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su
padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la
paciencia, debería clavar uno detrás de la puerta. El primer día, el
muchacho clavó 42 clavos. Durante los días que siguieron, a medida que
aprendía a controlar su temperamento, clavaba cada vez menos. Descubrió
que era más fácil dominarse que clavar clavos detrás de la puerta.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Su
padre le sugirió que retirara un clavo por cada día que lograra
dominarse. Los días pasaron, y pudo anunciar a su padre que no quedaban
clavos por retirar. El hombre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la
puerta y le dijo: "Has trabajado duro, hijo mío, pero mira esos hoyos en
la madera: nunca más será la misma. Cada vez que pierdes la paciencia
dejas cicatrices como las que aquí ves"
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